Surge
una leve claridad
Rómulo
Pardo Silva
Si
se observan las líneas básicas de la situación presente se ve un quiebre
inédito en la relación del hombre con el planeta: se alcanzó los límites del
‘hogar’ y tendrá que cambiar su forma de vida.
Al no aceptar esa objetividad los discursos y acciones de
multitudes movilizadas, grupos de poder y militantes de izquierda, carecen de una
dirección coherente. Dan vueltas contradictorias según las coyunturas. Los
ocupas, Siria, Libia, los indignados, el fin del casquete Ártico, el hambre en
África… son piezas que no encajan en una visión.
Centros académicos
y de investigación conocidos como ‘think tank’ le han aconsejado al Grupo de
los 20 tratar temas más allá de los coyunturales como la crisis en Europa, ocuparse
de los retos de mediano y largo plazo… el empleo, el desarrollo sustentable… el
impulso al crecimiento verde, el financiamiento para enfrentar el cambio
climático, la seguridad alimentaria [Xinhua].
Por su dependencia
del sistema ellos no llegan a la raíz, la inviabilidad del capitalismo, pero develan
que no se piensa sobre lo que sucederá al hoy.
En marchas masivas algunos
jóvenes europeos expresan su rechazo a vivir como los chinos, en países en
desarrollo se lucha por mejoramientos particulares dentro del orden. No buscan
una explicación para toda la humanidad que incluya a los más pobres y
seguramente no saben que les tocó vivir en el momento en que el mundo ya no podrá
seguir siendo explotado como lo ha sido desde la revolución industrial.
Para proyectar su presente, rabiosos los
empresarios globales occidentales –pese a todo los más claros- mediante
campañas de prensa publicitarias, sabotajes, sobornos, bloqueos, intervenciones
armadas, se abalanzan tras los recursos de Iraq, Irán, Libia, Venezuela…; pero al
mismo tiempo vacilan sopesando el giro histórico que implican sus últimos fracasos
militares, su debilidad económica, la inestabilidad por el descontento de sus
pueblos, la resistencia nuclear quizás imposible de doblegar del capitalismo
ruso y los comunistas y empresarios chinos, que tratan de asegurarse un trozo
de un crecimiento material insostenible.
Lo peor es que la misma perplejidad se da en izquierdistas
que creen que aún están las condiciones naturales que de alguna manera había en
el siglo 20 o que no es conveniente contradecir la ilusión popular de una abundancia
revolucionaria para siempre.
La
época es difícil pero comprensible, si se quiere entenderla, el desconcierto es
responsabilidad personal.
La
piedra angular del pensamiento debe ser que la historia que viene –si no ocurre
lo peor, una guerra atómica a la que no se sobreviva- será absolutamente
diferente a todo lo conocido.
Afortunadamente
hay pequeñas señales de una reorientación de la vida social hacia un regreso a
lo sostenible y simple.
Hugo
Chávez dirigiéndose a trabajadores los llamó a “vencer los demonios y
ambiciones materialistas”. [Telesur]
En
China el partido comunista ha ordenado a los medios de comunicación dar una
intensa cobertura a la campaña “Aprender de Lei Feng” destinada a impulsar a la
gente a ‘practicar las buenas obras’. Lei Fei, un
joven soldado chino de la década de los 60 del siglo XX, se hizo famoso por
haber dedicado casi todo su tiempo libre y dinero para ayudar
desinteresadamente a los necesitados. Como parte de ella Xinhua contrapuso “la erosión de la adoración al dinero, el hedonismo y
el individualismo extremo” y la pregunta "¿Si fueras una gota de
agua, te gustaría proporcionar humedad a los campos; si fueras un rayo de sol
te gustaría iluminar una porción de la oscuridad; si fueras grano de arroz, te
gustaría alimentar una vida?"
La
humanidad tendrá que ir constatando que el Hombre nuevo no era una opción sino
una necesidad de la biosfera. Hay que ser actor de ese esclarecimiento.
Contacto romulo.pardo@gmail.com