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miércoles, 30 de septiembre de 2009

POR SI NO SABIAN ESTO JIJIJIJIJI.

Las chuzas del general
Macedo de la Concha un administrador con suerte
Es el mejor calificado en el gabinete presidencial, y cómo no serlo si en su currículum aparecen dos palabras que lo identifican con su jefe: pragmatismo y eficiencia. Es el perfil del general Rafael Macedo de la Concha, el primer militar al frente de la PGR. Protegido desde que era cadete por altos mandos del Ejército, el funcionario acumula en su haber lo mismo acusaciones de solapar impunidad y corrupción que de encarcelar, por órdenes superiores, a quienes cuestionaron al secretario de la Defensa. Siempre ha salido bien librado, porque Rafael Macedo es, ante todo, un militar con suerte
ALBERTO NAJAR
ERAN DIAS DE CABELLO largo, la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) envuelta en los vestigios del movimiento estudiantil del 68 y la guerra sucia contra los grupos guerrilleros.
Por esa época, cuenta un abogado, llamaba la atención un joven delgado que diariamente llegaba a la Facultad de Derecho en auto último modelo.
Pero lo más notorio no era el vehículo, sino su cabello corto, al estilo militar.
"Se notaba a leguas que era soldado", cuenta el litigante que le conoció en la Facultad. "Era desconcertante porque no vestía como tal, parecía más bien un junior, un hijo de papi".
Y sí.
Porque en esos días el entonces subteniente Marcial Rafael Macedo de la Concha era un soldado regular del Ejército Mexicano, recién egresado del Colegio Militar y adscrito al área de Intendencia.
Como tal, estaba obligado a cumplir con el servicio dentro de las instalaciones militares a las que estaba asignado. Pero el joven oficial no lo hacía. "Se iba a la escuela en lugar de la oficina", recuerda el general Francisco Gallardo Rodríguez, compañero de Macedo en el Colegio Militar, y su enemigo por razones de sobra conocidas. "Y de todos modos le contaba el servicio, como si hubiera cumplido sus deberes".
- ¿Y cómo le hacía?
- Con la ayuda de su padre (Rafael Macedo Figueroa) que era general y cercano al alto mando. Siempre lo protegió. Se la aventó sabroso utilizando tiempo del Ejército para asuntos personales.
Ya pasaron 30 años. El subteniente obtuvo los distintos grados que hay en el Ejército hasta llegar a general de brigada y convertirse en el primer militar que encabeza la Procuraduría General de la República (PGR).
Una carrera en la que Macedo de la Concha no perdió el estilo, insiste el general Gallardo. Detrás de sus ascensos, promociones y encargos el ahora procurador tuvo el apoyo "a veces de su padre y del alto mando militar siempre".
***
Eficiente. Adicto a la disciplina militar, a la que entiende como obediencia ciega de órdenes superiores. Permanentemente cercano al poder.
Así es, dicen militares, académicos y especialistas en las Fuerzas Armadas, Rafael Macedo de la Concha.
Impugnado desde su designación como procurador general por organizaciones no gubernamentales, activistas de derechos humanos y hasta grupos de abogados -le acusaron de proteger a violadores de derechos humanos-, el general brigadier es, según las mediciones internas de eficiencia en el gabinete presidencial, uno de los funcionarios mejor calificado.
Detrás de esta evaluación hay dos razones, explica Oscar Rocha Dabrowsky, presidente de la Fundación Joaquín Amaro -un centro de estudios sobre las fuerzas armadas-: que sin importar costos el militar ofrece resultados -aunque no necesariamente se deban a sus propias acciones- y que, además, tiene suerte.
"Fundamentalmente es un administrador, una persona que se ocupa más del hacer que del decir o pensar, como hacían otros procuradores. Y para su fortuna su jefe es igual de pragmático: al presidente (Vicente) Fox le interesan más los resultados que los discursos".
Es este pragmatismo, señala Gallardo Rodríguez, el eje central de su carrera.
Tras concluir sus estudios de derecho, Macedo de la Concha fue ascendido al grado de mayor y consiguió su transferencia, sin problema alguno, al área jurídica de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena).
En ese sitio fue designado subjefe de la asesoría jurídica del Estado Mayor Presidencial y después asesor en la Sección Octava del Estado Mayor de la Defensa, el área, explica Francisco Gallardo, donde se maneja la justicia militar.
"Todas las consignaciones, liberaciones, aprehensiones y juicios que ordena el secretario de la Defensa en turno se tramitan desde allí", dice. "Hizo chuza en esa oficina".
En 1988 fue nombrado director jurídico, fiduciario y adjunto del Banco Nacional del Ejército, Fuerza Aérea y Armada (Banjército), donde permaneció hasta 1992.
Es en esta época que surgen los primeros señalamientos contra el militar.
Primero, recuerda el general Gallardo, se inició una investigación interna por presuntas irregularidades en el cobro de créditos vencidos que, "por la intervención de su padre fue archivada". Luego, cuando aún era coronel, fue nombrado Juez Militar, sin importar que el Código de Justicia Militar establece como requisito para ocupar el cargo tener el grado mínimo de general brigadier.
Ya como juez, Macedo de la Concha enfrentó sus primeros casos polémicos: consignó injustificadamente al general Gallardo, liberó a los militares involucrados en la matanza de judiciales en Tlalixcoyan, Veracruz y omitió sancionar a otros señalados de torturar y ejecutar indígenas en Baborigame, Chihuahua, en 1993, así como en Ocosingo, Chiapas, al año siguiente.
"Las resoluciones no las dictó él solo -afirma Gallardo Rodríguez-, porque obedeció órdenes del alto mando. Y en esa época el secretario de la Defensa era Antonio Riviello Bazán".
***Las chuzas de Rafael Macedo aumentaron en el sexenio de Ernesto Zedillo.
Designado procurador de Justicia Militar por el secretario de la Defensa, Enrique Cervantes Aguirre -curiosamente, amigo del general Macedo Figueroa-, el funcionario acumuló quejas por no atender recomendaciones de organismos de derechos humanos y por proteger a militares acusados de ejecuciones, abusos sexuales o tortura.
Pero en la vorágine de señalamientos, lo más grave fue su tendencia a proteger irregularidades de altos mandos.
Uno de los primeros casos fue el carpetazo a la investigación del accidente de aviones militares en el desfile del 15 de septiembre en el cual, afirma Francisco Gallardo, existen evidencias de que se debió a un capricho de generales de división.
"Había una orden para que en el momento que pasara el contingente del Colegio del Aire frente al balcón presidencial cruzara también un avión F5. Así se hizo pero el aparato se metió al espacio aéreo de un Pilatus que seguía su ruta y chocaron; es lo que se dice en la jerga militar, y casi siempre resulta cierto".
Esta versión nunca fue investigada, a pesar de la promesa de Cervantes Aguirre, la noche del accidente, de que se llegaría hasta las últimas consecuencias.
Tampoco se investigó la muerte de 14 soldados en Laguna Salada, en el desierto de Baja California, a pesar de que se supo que existía responsabilidad del comandante de la Segunda Zona Militar, Eulalio Fonseca Orozco, "consuegro de Cervantes Aguirre", explica el general Gallardo.
Luego, en 1997 el general Jesús Gutiérrez Rebollo, detenido por sus presuntos vínculos con Amado Carrillo Fuentes, El Señor de los Cielos, denunció que había entregado al secretario de la Defensa, en 1995, dos maletas con 12 millones de dólares producto de un decomiso, las cuales, para esa fecha, estaban extraviadas.
La Sedena reconoció la existencia de ese dinero pero, aclaró en un comunicado, "fueron reintegradas el erario público" en mayo de ese año. Es decir, 14 meses después de entregadas.
Curiosamente, la entrega del dinero incautado es práctica común en el Ejército.
Francisco Gallardo explica que al salir a operativos las unidades reciben la orden de entregar todos los valores confiscados en la zona militar correspondiente, mientras que el dinero en efectivo "se debe depositar inmediatamente en una cuenta de Banamex a nombre del secretario de la Defensa. Si no lo haces eres sancionado".
De esa cuenta el dinero se transfiere al Banjército de donde se entrega al Ministerio Público Federal. Pero no está reglamentada la fecha en que la transferencia debe hacerse... Ni tampoco el destino de los intereses generados por estos recursos.
- ¿Rinde cuentas el secretario de la Defensa en turno de este dinero?
- Por supuesto que no. Y Macedo de la Concha, como procurador militar, debió investigar todo esto porque se trata de una estructura de facto que permite corrupción e impunidad en el Ejército.
- ¿Lo hizo?
- Nunca.
***
En 15 meses como procurador, Rafael Macedo de la Concha ha tenido diferencias con los secretarios de Seguridad Pública y de la Contraloría; enfrentó críticas del gobernador de Chihuahua, Patricio Martínez, por la desatención al atentado que sufrió el año pasado y hasta se reencontró con señalamientos del pasado cuando se creó la fiscalía especial para investigar la guerra sucia de los setenta.
Pero el problema más grave que ha enfrentado es la muerte de Guillermo Vélez Mendoza, detenido y aparentemente torturado por elementos de la Agencia Federal de Investigación.
Es un caso que huele a viejo, dice Adrián Ramírez, presidente de la Liga Mexicana por la Defensa de los Derechos Humanos (Limeddh), porque es similar a los que Macedo de la Concha enfrentó en sus tiempos de procurador militar.
"Los involucrados son investigados por la misma dependencia donde trabajan, que mañosamente les fincó un delito menor al que cometieron", denuncia.
Es decir, añade, el general Macedo es de nuevo juez y parte, y lo previsible es que, como en los procesos militares que sostuvo el sexenio pasado, el resultado sea impunidad para los responsables.
Mientras el caso se resuelve, lo único claro es que, otra vez, Rafael Macedo corre con suerte: Y es que la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal (PGJDF) -dependencia que destapó la polémica al acusar a los agentes de la AFI de torturar hasta la muerte a Guillermo Vélez-, se abstuvo de investigar el homicidio.
Así, el caso regresó a manos del suertudo procurador.

:: HASTA LA VICTORIA SIEMPRE ::

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